Resiliencia

La palabra resiliencia acaba de ser admitida por la RAE. Hace unos meses yo intentaba encontrar su significado, cuando todavía no aparecía en el diccionario. El concepto al principio pertenecía a la ciencia física, pero fue adaptado a la psicología por Michael Rutter en los años setenta. Es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. Y está relacionado con la llamada psicología positiva.
Desde estos lugares en los que la tristeza llega a ser una grave enfermedad, nos obsesiona la capacidad de supervivencia en esos otros mundos en los que, en circunstancias penosas, la gente es capaz de sonreír y de disfrutar de la nada. Nos obsesiona la felicidad y su búsqueda. Queremos el gran remedio contra todo dolor. Este es un gran campo de cultivo para la religión. Y, sin duda, la psicología (la psicología positiva?) es la religión del futuro. O ya del presente.
Ahora en todas las conversaciones, existe casi la obligación protocolaria de no generar sentimientos de tristeza, melancolía, compasión, terror... y para ello se terminan las frases utilizando constantemente la coletilla «pero bueno». Supongo que intentamos maquillar este mundo de problemas, injusticia, dolor y crueldad que nos toca vivir. Esquivar una situación incómoda, quizá porque sentimos la obligación de hacer algo para ayudar a superar el trance, un dogma religioso contra el sentimiento de culpa.
Creer que existen lugares sin tristeza nos provoca frustración o nos hace ser codiciosos. Aquí podría estar la clave. Aun con todo no creo que nos libremos. Además, no hay solución para todo ni hay explicación para todo. Pero bueno.
«A ese sentimiento desconocido cuyo tedio, cuya dulzura me obsesionan, dudo en darle el nombre, el hermoso y grave nombre de tristeza. Es un sentimiento tan total, tan egoísta, que casi me produce vergüenza, cuando la tristeza siempre me ha parecido honrosa. No la conocía, tan sólo el tedio, el pesar, más raramente el remordimiento. Hoy, algo me envuelve como una seda, inquietante y dulce, separándome de los demás.» (Párrafo primero de la novela Bonjour, tristesse, de Françoise Sagan).
He grabado una sesión para ese subidón que tanto necesitamos a veces. Espero que os funcione mejor que un libro de autoayuda. Ya me contaréis.
Les Rythmes Digitales, Le Tigre, Lindstrøm, Nôze, The Juan Maclean, Sneaky Sound System, Babamars, New Young Pony Club, Ursula 1000, Dj Mujava, Booka Shade, Simian Mobile Disco, Erlend Øye (Phonique rmx), Vive La Fête, As In Rebekkamaria, PNAU, New Order.



Ilustración © Ernesto Sarasa

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Excelente sesión!!! Muy buena selección, como siempre. La tendré en mi botiquín... la música: el mejor remedio (después del amor, claro).
Charo ha dicho que…
No soy muy forofa de la música electrónica, para qué mentir, pero bueno (je),la verdad es que esta sesión es de las que sacan las endorfinas a bailar... ¡¡Gracias disquero!!
Ah, y bravo por el texto, una acertada reflexión sobre la hipocresía emocional, sintomática de estos tiempos tan artificiales que corren. Besos.
angelica ha dicho que…
OTRA! OTRA! OTRA! Queremos otra sesión!!!